El presidente despide a la magistrada dos días antes de la fecha en la que ha asegurado que nombrará a la mujer que la sustituirá en la más alta instancia judicial del país.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido recibido con sonoros abucheos al acudir junto a la primera dama a presentar sus respetos a la juez del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg, fallecida la semana pasada. “¡Votad para echarlo!», gritaban, a la llegada del presidente, los congregados para despedir a Ginsburg, leyenda de la justicia estadounidense e icono de las causas progresistas.
La juez descansa desde ayer en el Tribunal Supremo, uno de cuyos puestos ocupó durante 27 años y donde miles de ciudadanos se han acercado estos días para despedirla. El viernes, la capilla ardiente de Ginsburg estará en el Capitolio, antes de ser enterrada, junto a su esposo fallecido en 2010, en una ceremonia privada en el Cementerio Nacional de Arlington, Virginia.
Los Trump han acudido por la mañana, con sendas mascarillas, y han permanecido unos minutos de pie en silencio ante el féretro de la juez, cubierto por una bandera estadounidense. Después han regresado a la caravana presidencial en dirección a la Casa Blanca. “¡Honra su deseo!”, se ha oído también gritar a los congregados ante el Supremo, en referencia a la voluntad supuestamente expresada por Ginsburg a su hijo, en su lecho de muerte, de que su vacante fuera ocupada por la persona a la que designe el presidente que salga de las elecciones del 3 de noviembre.
El presidente no tardó ni 24 horas, desde que se conoció la noticia de su fallecimiento, en anunciar que se disponía a proceder con el reemplazo de Ginsburg, a pesar de que queda poco más de un mes para las elecciones. Los nueve magistrados del Supremo ocupan puestos vitalicios, y cuando se producen vacantes corresponde al presidente nominar a un nuevo magistrado, que debe ser refrendado por el Senado. Hace cuatro años, a diez meses de las elecciones, los republicanos, que entonces igual que hoy ocupaban la mayoría en la Cámara alta, se negaron a iniciar siquiera la confirmación del juez propuesto por el demócrata Barack Obama, alegando que, en año electoral, procedía esperar a que lo nominara el presidente salido de las urnas.
En esta ocasión no han tenido reparos en cambiar radicalmente de criterio y todo indica que contarán con la mayoría simple que necesitan para aprobar el nombramiento de la juez (Trump ha dicho que será mujer) que proponga el presidente para ocupar la vancante de Ginsburg. Trump ha anunciado que, una vez pasado el homenaje público a la juez Ginsburg, anunciará quién es su candidata este mismo sábado por la tarde. La sustitución de Ginsburg por una juez conservadora, proceso llamado a marcar la recta final de la campaña electoral, consolidaría durante décadas el sesgo derechista de la más alta instancia judicial del país.
Fuente : El País