Un equipo de astrónomos lleva dos décadas observando un extraño objeto en nuestro centro galáctico. Gracias a ello se ha dado cuenta de lo que están viendo: cómo el agujero negro supermasivo del entro de nuestra galaxia, Sagitario A* (Sgr. A*), está engulléndolo.
X7. El objeto en proceso de ser engullido por Sgr. A* ha recibido el nombre de X7 y es posiblemente el resultado de la colisión de dos estrellas que conformaban un sistema binario. O más bien los escombros expulsados de esta colisión. X7 no es un cúmulo sólido sino probablemente una nube de polvo y gas expulsada durante la fusión de las estrellas.
O al menos eso creen los expertos que han estado analizando este extraño objeto espacial. “Una posibilidad es que el gas y polvo de X7 fueran expulsados en el momento en el que dos estrellas se unieron”, explica en una nota de prensa Anna Ciurlo, una de las astrónomas que ha estado analizando el objeto.
Lo que ha llamado la atención de los astrónomos en sus observaciones ha sido cómo este objeto ha cambiado de forma radicalmente en el tiempo durante el cual ha estado en el punto de mira del Observatorio Keck. Concretamente, cómo se ha estirado.
20 años de observaciones. El equipo de astrónomos que ha estado vigilando X7 pudo aprovechar las observaciones realizadas a lo largo de 20 años para estudiar los detalles de este curioso objeto. Ahora los resultados y demás detalles de esta investigación han sido publicados en un artículo en la revista The Astrophysical Journal.
Entre las características que se detallan se encuentra la masa del objeto, unas 50 veces la de la Tierra. Esto no resulta muy masivo en términos astronómicos si tenemos en cuenta que Júpiter tiene casi 320 veces la masa de nuestro planeta.
También han analizado la velocidad a la que X7 se desplaza, varios cientos de kilómetros por segundo. Esto la lleva a orbitar a Sgr. A* cada 170 años aproximadamente.
Camino hacia el abismo. Pero a X7 no le queda una órbita completa según el estudio. En 2036 el objeto realizará su mayor aproximación al agujero negro, momento a partir del cual su destino estará sellado. A partir de este paso la fuerza de marea habrá “espaguetificado” este objeto hasta su desintegración. Tras este punto el polvo y gas del objeto pasará a entrar en su caída en espiral hacia el agujero negro.
El más peculiar entre los objetos G. X7 se encuentra en los denominados “objetos G”. Se trata de cuerpos que habitan el centro de nuestra galaxia. “se asemejan a gas pero se comportan como estrellas”, explicaba hace tres años Andrea Ghez, miembro del equipo que ha analizado X7, con motivo del descubrimiento de varios de estos objetos.
X7 muestra unas propiedades muy semejantes a las de estos objetos G pero lo que hace que resalte es precisamente su dinámica, cómo su forma y velocidad han cambiado durante estos 20 años de observaciones.
“Ningún otro objeto en esta región ha mostrado una evolución tan extrema” comentaba Ciurlo. “Empezó con forma de cometa y la gente pensó que quizá tenía esa forma por los vientos estelares y corrientes de partículas del agujero negro. Pero según lo hemos seguido en los últimos 20 años lo hemos visto alargarse. Algo tiene que haber puesto esta nube en este camino y orientación particulares.”