En noviembre de 2022, Ashley Morales Cartagena recibió un importante correo.
Se lo envió la expresidenta del Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica de Estados Unidos (EERI, por sus siglas en inglés), Laurie Johnson, nominándola a ser miembro de la junta directiva de la organización.
Para la dominicana era una hazaña difícil de conseguir, pero un mes después, en diciembre, recibió una carta con buenas nuevas: le habían confirmado el puesto.
Ahora se ha convertido en la primera latina y en una de las 11 directores de la selecta mesa.
Con este gran paso, Ashley se propuso la misión de «fortalecer las relaciones con Latinoamérica y El Caribe, y crecer la masa de latinoamericanos presentes en la organización», pero también, agregó, que desea que el instituto tenga la voz de aquellas personas de toda la región.
«Como persona esto es más grande de que lo que yo pude soñar, esto significa que ha valido la pena todo el camino, todo el frío, todos los miedos, y han valido la pena no solamente por este puesto que es importante, pero me ayuda a decirle a las niñas que están como Ashley que le decían que no estudien ingeniería civil que es una carrera de hombres… Decirles, mis hijas se puede», dijo la joven a LISTÍN DIARIO.
Como parte de este compromiso estará trabajando desde República Dominicana y tendrá que ir tres veces al año a California, Estados Unidos.
Pero su camino hacia una de las organizaciones más prestigiosas en sismología no fue para nada fácil.
Así que con sacrificios, y aun viviendo en Herrera, la joven pudo estudiar Ingeniería Civil en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), perteneciendo a la primera promoción de estudiantes de la carrera en ese campus universitario.
Ashley, sin saberlo, se convertiría en docente y años después en directora de la escuela de Ingeniería Civil de la misma universidad.
«Yo pasé con notas súper excelentes, pero más que la nota era lo que me apasionaba el tema y cómo yo veía la geología conectada con la ingeniería civil y ella me enseñó que la geología y el buen estudio de esta salvaba vidas», indicó.
Entre mejores universidades del mundo
Desde antes de terminar su carrera ya Ashley tenía el anhelo de hacer estudios fuera del país. Pero, mientras se preparaba para dar el gran paso se especializó en manejo de construcción, mediante una maestría en ciencias en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec).
Y para 2013 aplicó para la prestigiosa beca internacional Fulbright, otorgada a jóvenes brillantes de todo el mundo y que le permite al solicitante estudiar por dos años programas de posgrado en importantes universidades de Estados Unidos.
«Esa beca era mi sueño (Fulbright), de eso estaba segura, yo no estaba tan segura de algo en la vida como que yo quería ser Fulbight. Yo decía que si me sacaba la loto, antes de irme para la beca, yo le pago la universidad a alguien y me voy como quiera con mi beca, porque para mí era un sueño pertenecer a ese grupo de becarios Fulbright que había visto como expresidentes, ministros de economía…», contó, notablemente emocionada, la ingeniera.
Con tan solo 25 años, Ashley pasó de estar estudiante en una universidad que estaba dentro del rankin 3,000 del mundo, a la más importante en materia de estudios sismológicos y terminó como una de las mejores estudiantes de maestría en Ingeniería Geotécnica de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign.
«Yo decía Dios mío yo vengo del rankin 3,000 del mundo a competir en los rankin 10 y todos los estudiantes brillantes, turcos, árabes, chinos, coreano y yo la dominicana… Y aprendí mucho de ellos porque yo tenía que subir el nivel», comentó la joven quien también agregó que aprendió de la educación de calidad y de la excelencia que podían tener instituciones de tanto renombre.
Ya dentro fue un reto. Estar sola, en una ciudad que era mayormente gélida, y con una carga de estudios descomunales fueron pruebas que la convirtieron en una persona resiliente y más segura de lo que quería lograr. «En Illinois me conocí, me tocó crecer, salir de mi zona de confort, salir de mi casa, dejar mi Caribe, yo nunca había visto nieve…».
De esta experiencia se llevó amistades en todo el mundo, la oportunidad de tratar con profesores que eran referentes en los estudios geológicos, y a una riqueza cultural que brindan becas como la Fulbright.
«Yo tuve que aprender de todo y todo esto con miedos, con inseguridades, a veces pensando que no podía, pensando que yo podía defraudar en un momento a esta beca tan importante porque yo iba con este sello de prestigio que tenía que mantener el nivel… No fue fácil, me hizo quien soy hoy, pero sabiendo lo difícil que fue la repetiría 2,000 veces, porque me cambió la vida», dijo con emoción.
Tal fue su representación, que fue seleccionada durante ese año como vicepresidenta de la asociación de becarios Fulbright. Y tras su graduación fue felicitada por el director del programa, porque uno de sus trabajos finales tenía todo el criterio de ingeniería geotécnica.
«Me fui con la frente en alto porque no defraudé a mi país»
Ashley no hizo la maestría con fines de quedarse en Estados Unidos, más bien quería aportar al país.
«No es una beca que la gente llega ni por cuñas ni por amigos, no importa de dónde tú seas, no importa si eres del rincón más pequeño del país, pero si tú tienes el perfil y ellos ven que quieres aportar a tu país, es muy raro que no te la den», explicó.
Cuando regresó al país, Ashley comenzó a trabajar en una firma de ingenieros biotécnicos donde hizo estudios de suelo y, por otro lado, seleccionada para trabajar y crear el departamento de ingeniería biotécnica en la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (ONESVIE), donde se comenzó a enamorar más de la gestión de riesgos y desastres.
Y una de sus etapas más importantes fue cuando se convirtió en docente de la misma universidad que la vio desarrollarse, la PUCMM, donde tuvo la oportunidad de fundar el capítulo estudiantil EERI PUCMM, que le permitió los estudiantes a participar en eventos internacionales sobre estudios sísmicos.
«Parte de mis objetivos cuando apliqué a la Fulbright era conectar instituciones de ciencias con la República Dominicana, cerrar un poco la brecha.
Aunque en la primera ocasión solo ganaron «experiencia», luego el grupo de estudiantes ganaron dos premios: a mejor arquitectura, y espíritu de la competencia, siendo la primera vez que una universidad dominicana era galardonada a nivel internacional por destacarse en ciencias.
«No solamente nos estábamos destacando por el merengue y los peloteros, también nos estábamos conociendo por la ciencia», dijo Morales Cartagena.
Para agosto de 2018 le ofrecieron ser la directora de la Escuela de Ingeniería Civil y Ambiental de la PUCMM, puesto que en un principio no estaba segura de tomar, pero su madre la inspiró en que se diera una oportunidad.
«Yo decía todavía me falta, y mi madre me dijo ‘tú has estudiado en tres universidades, PUCCM, Illinois e Intec, tú trabajas mucho con los estudiantes y te ha gustado, yo creo que tú deberías de intentarlo’. Y gracias a mi mamá le hice caso y acepté la posición», expresó.
Para Ashley era un gran reto, porque dependiendo de cómo lo hiciera, le podría abrir o cerrar puertas a otras mujeres que quisieran tener esa posición en un futuro. Describió su experiencia como directora como un trabajo retador, pero honroso, porque era una posición que requería mucho compromiso y servicio.
Pero al momento de ver a promociones de ingenieros graduándose, sentía en su corazón que todo el esfuerzo había valido la pena, porque sabía que habían formado a profesionales capaces de hacer trabajos con responsabilidad.
«La ingeniería trabaja con varias vidas humanas al mismo tiempo, si un ingeniero pierde el respeto por lo que está haciendo y coloca en su obra materiales de menor calidad o fuera de las especificaciones técnicas, la vida le va a cobrar factura, puede cobrar vidas humanas», explicó.
¿Cómo llegó al EERI?
La primera vez que escuchó del Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica fue en 2015 cuando estaba una clase de su último cuatrimestre de maestría en Illinois.
Un profesor de la clase de ingeniería geotécnica de terremotos les pidió que se registraran al Servicio Geológico de Estados Unidos para tener actualizaciones diarias de las informaciones sismológicas.
Fue ahí que conoció que el EERI tenía proyectos con estudiantes y posteriormente trabajó para ayudar a alumnos dominicanos a conocer más del programa.
«Y sin saberlo el yo ayudar a los estudiantes, y ayudar a la organización me comenzó a sentar las bases, yo estaba trabajando para un fin que hoy lo vemos, pero en ese momento no sabía qué era ese fin», dijo.
También, dentro de la organización, le dieron en 2018 el premio al joven miembro destacado, por las labores que había hecho con los estudiantes y en 2019 le permitieron viajar a Nueva Zelanda a capacitarse sobre la resiliencia para terremotos.
Entre 2019 y 2021, Ashley fue elegida para presidir junto a otros profesionales el Comité de Jóvenes del EESI, del 2019 y 2021.
Ahora como una de las 11 directoras del EERI, Ashley le quiere abrir camino a la próxima mujer latina que venga detrás, y seguir aportando a que se hagan estudios en República Dominicana y la región.
«Yo creo que yo voy a ayudar a que la institución sea más global y con la mirada hacia Latinoamérica», dijo.
En marzo viene una misión del servicio geológico de Estados Unidos, financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), para trabajar en la falla septentrional.
«Ahora seremos más diversos porque van a tener una dominicana buscando más gente, pero también la diversidad de capacidades, todo bajo el mismo sombrero, bajo el mismo fin», comentó
La geología no conoce fronteras políticas
«Sí tenemos un alto riesgo sísmico, y nuestras estructuras deben ser reforzadas», a lo que añadió que el país debería tener una campaña tan pegajosa como la de del dengue «cloro untao’, tanque tapao’», pero referente a los terremotos.
La isla Hispaniola tiene un alto riesgo sísmico, de las 14 fallas dos tienen un alto nivel de peligrosidad: la septentrional y la trinchera de los muertos.
El primer código sísmico fue aprobado en el 2011, y dijo que se ha construido mucho antes del 1979, cuando se recomendó su uso, y antes del 2011.
«Hace falta una voluntad país que salga de lo político, que sea algo que trascienda los gobiernos que sea un proyecto nacional de riesgo sísmico que se trabajen metas independientemente del color que gobierne», dijo.
Indicó que no se puede perder tiempo, y hay que trabajar planes de emergencia, saber qué hacer con nuestros hijos antes, durante y después de los terremotos, así como en las oficinas.
«Yo exhorto a las autoridades, al gobierno dominicano, empezar y trabajar un proyecto de Ley para la creación de un programa nacional de reducción de riesgo sísmico», indicó la joven, quien también ha sido consultora para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para el área de infraestructura social, para obras de índole social y para proyectos de Guyana, Brasil, Jamaica, El Salvador. Y trabajado en otros proyectos vinculados al gobierno de Japón.
Mujeres en la Ingeniería
En la pandemia, en 2020, Ashley creó una organización sin fines de lucro llamada Mujeres en la Ingeniería que sirve como red de apoyo para féminas en apoyar a las mujeres a seguir carreras de ingeniería en República Dominicana.