Para que no resulte incómodo y ambas partes se exciten practicándolo, es imprescindible que lo pasen bien. Estos son los pasos para conseguirlo, estés arriba o abajo.
Cuando practicamos sexo oral nos centramos más en la persona cuyos genitales están protagonizando el juego, pero el que da no tiene por qué limitarse a lamer y sorber sin escrúpulos. De hecho, en demasiadas ocasiones, se nos olvida que si se lo pasa bien lo hará mejor. A menudo muchas mujeres se quejan de que sienten arcadas, se hacen daño en el cuello o se quedan con la mandíbula desencajada después de realizar una felación.
Y qué decir de los hombres que parecen estar haciendo una citología con su dedo más que acariciando ningún punto erógeno. Por no hablar de todas aquellas personas –porque esto parece ser unisex– que parecen olvidarse de que tienen labios y optan por trabajar la zona únicamente con su lengua. El sexo oral no es sólo dar, y para que no resulte cansino e incómodo es imprescindible que ambas partes lo estén pasando bien.
Como explica en ‘Men’s Health’ la sexóloga y terapeuta matrimonial Moushumi Ghose, “una mamada no tiene que ser un trabajo para las mujeres. Cuanto más cómodo y agradable resulte para ellas, lo harán con más entusiasmo y más a menudo”. Norma que indiscutiblemente se puede aplicar a ambos bandos.
A todos nos gusta y está claro que se puede pedir e insinuar de vez en cuando. Pero si llegamos a un punto en el que sabemos pasárnoslo tan bien teniendo una cabeza en la entrepierna como dejando caer la nuestra sobre el centro del placer de la otra persona, solo tendremos que abrir la boca para gemir de placer o para meternos en faena. Aquí tienes algunos consejos y técnicas para conseguir que sea 100% increíble para los dos.
1. Exprésate: a todos nos gusta saber que estamos haciendo un buen trabajo. Aumentan nuestras ganas de continuar, nos excita y nos hace sentir sexys. Estamos al volante y queremos saber que vamos en la buena dirección, así que si te toca recibir no estés en silencio y exalta el buen trabajo que te están realizando y lo mucho que lo disfrutas. Aunque en el caso del que está dando, las posibilidades de verbalizar lo bien que se lo está pasando o si le está molestando más o menos el cuello, son más complicadas. Pero no hay que practicar sexo mudo: gemir, hacer ruidos con la saliva, con la lengua o con las manos, es la mejor forma de recordar que estás ahí y te lo estás pasando fenomenal.
2. Busca la comodidad: igual que si el que recibe no está en una posición cómoda va a tardar más en alcanzar el clímax, del otro lado una postura molesta se traducirá en ofrecer una experiencia buco-sexual bastante peor, dominada por la ansiedad de acabar cuanto antes. Si vamos a estar arrodillados un buen cojín será el aliado perfecto, y si nos tumbamos sobre la otra persona, procurar encontrar una postura en la que no se nos anquilosen las rodillas ni nos contracture el cuellos. “Mantén el pelo recogido hacia atrás para que no se meta en la boca y cambia de posición siempre que puedas”, aconseja la sexóloga.
3. Mantener limpia la planta baja: pues sí, mantener una higiene personal en nuestras partes es siempre de agradecer antes de recibir sexo oral. Ojo, porque aunque quizás no te lo hayas planteado nunca, proceder a bajar a los genitales de una persona justo después de habernos comido unas cortezas de cerdo tampoco resulta agradable. Una ducha previa no tiene por qué cortar el momento, al contrario: ¿y si empezamos a jugar en un ambiente limpio?
4. Manos arriba, y abajo: si estamos practicando sexo oral debemos recordar que nuestros dedos pueden ayudarnos a dar placer más allá de la boca: desde pechos, muslos, glúteos o testículos hasta utilizarlos para hacer una visita a la zona de la próstata o de la vagina, según sea el caso. También si estás recibiendo, acaricia su cabeza, su rostro y, por supuesto, todas las zonas erógenas que encuentres a mano. ¡Que están libres para participar!
5. Sí, te lo estás pasando bien: la autoexcitación cuando estamos dando o recibiendo sexo oral es una de las partes más importantes para disfrutar. Pero si además de pensarlo lo comentamos con la otra persona de una forma picarona, ambas partes alcanzarán un estado de estimulación mucho mayor. Miradas, gestos, caricias, sonrisas, gemidos… Venga, demuestra que lo estás disfrutando, ya estés arriba o abajo.
6. Por qué no, depílate: sí, los hombres también. Más allá de lo vergonzante de sacarte un pelo púbico de entre los dientes horas después de haber realizado una felación o un cunnilingus, lo cierto es que en pleno acto pueden resultar los peores enemigos. ¡Que te ahogas! Recortar un poco la zona para dejar acceso libre al núcleo del placer nunca está de más, y esto incluye el escroto.
7. Avisa antes de llegar a la meta: pese a lo que vemos en el porno, a muchas mujeres no les gusta tragarse el semen ni que se lo viertan en la cara. “Para asegurarse de que el gran final es tan divertido para ella como el resto de la experiencia, se recomienda acercar una mano hacia el pene antes de eyacular y avisarle de que ‘viene’”, aconseja la sexóloga Jill McDevitt. La eyaculación femenina no es tan común, y es curioso que muchos hombres parecen no percibir cuando ellas han llegado al orgasmo y siguen aún un rato después relamiendo la zona. Ya sea porque con la cantidad de saliva que hay no perciben las contracciones o porque esperan que ocurra algo más mágico, es mejor avisar cuando se está llegando. Así tendrán algo de tiempo para improvisar un final interesante. 8. Cuándo retirarte: ya que os lo estáis pasando tan bien, haz el favor de no incorporarte y retirarte los restos de la boca con la manga de la camisa o subirte corriendo la ropa interior. Una vez metidos en faena, ¿por qué no jugar un rato más? Recordemos que una de las partes no ha tenido un orgasmo y este puede ser un momento genial para darle protagonismo a sus genitales. Cuando llegues al orgasmo sigue el consejo de Ghose y “asegúrate de que la otra persona sepa que esto no es el final”.
Y cuatro cosas que no debes hacer
– PRESIONAR: puede parecer divertido hacer la broma de acercar a la boca de la otra persona nuestros genitales para ver si –nunca mejor dicho– cuela. Pero si nos pasamos de la raya sentirán que les estamos obligando. Aquí está el truco: procura recordar de vez en cuando lo mucho que te gusta cómo te practica sexo oral, lo bien que lo pasas y las sensaciones intensas que sólo esa persona sabe producirte. Haz bien tu campaña de peloteo previo y “deja que la otra persona decida si quiere hacerse un viaje al centro de tu cuerpo”, recomienda Ghose. –
MALTRATAR SU CABEZA: una cosa es acariciar y otra es mover la cabeza de la otra persona con relativa fuerza. Ojo porque podemos causar daños en el cuello e incluso dificultarles la respiración. Déjate hacer y que sea la otra persona quien marque el ritmo para no descoyuntarse. Claro que hay personas a las que les sobreexcita sentirse sumisos y el hecho de que les agarren de la cabeza ‘obligándoles’ a dar placer de una determinada forma. Tienes dos opciones: preguntar antes de hacer nada que pueda resultar violento o dejarte llevar por sus gestos y gemidos para saber con qué disfrutáis más. –
DAR ÓRDENES: siempre y cuando no nos crucemos con personas a las que les excite soberanamente ser nuestros esclavos sexuales, andar diciendo ‘así no’, ‘más arriba’, ‘mejor toca ahí’ o ‘ve más rápido’, pueden sonar más como una crítica. Y qué peor momento que con nuestras zonas más sensibles en manos de nuestra pareja para hacerla enfadar. Dale la vuelta a la frase y haz que tus peticiones suenen mucho más estimulantes o muévete tú para conseguir lo que quieres sin poner caretos de ‘¿perdona? Qué estás haciendo?’ para que la otra persona se divierta tanto como tú. –
MORDER: cuando estamos dando lo mejor es que los dientes, si no son para sonreír en un momento de descanso, ni se vean. Y recibiendo… mejor no despistemos al personal con mordiscos inesperados en las partes del cuerpo que tengamos a mano. A ver si con el susto, nos vamos a llevar un mordisco de vuelta.