El nuevo llamado a elecciones en el estado Barinas para el 9 de enero, después que sorpresivamente el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ordenase su repetición por la inhabilitación del candidato opositor poco antes de conocerse el resultado definitivo –en el que podía preverse su triunfo debido a los resultados municipales favorables–, devela la situación interna de las parcialidades políticas e implica un grave riesgo para ambas.
Estas son algunas de las claves para entender la nueva coyuntura que se viene y que hará que Venezuela comience el año 2022 subiendo el volumen a la diatriba política.
1. Los resultados finales no fueron modificados
La votación como tal no fue modificada. Contra lo que han dicho desde hace mucho tiempo los dirigentes radicales de oposición sobre la intervención del Consejo Nacional Electoral (CNE) en los propios resultados electorales, la situación muestra que, incluso en un estado tan importante para el chavismo, los resultados finales no fueron modificados y la propia sentencia del TSJ, donde se convocan las nuevas elecciones, señala que el triunfador fue el opositor Freddy Superlano, que sacó 37,6 puntos contra Argenis Chávez, que obtuvo 37,2 puntos.
2. El tribunal no tutela la representatividad
También se evidencia nuevamente que el poder que mantiene el chavismo logra, institucionalmente, revertir un resultado adverso para provocar un nuevo desenlace.
Si bien ahora todos deberán reconocer que el CNE no invirtió el resultado, las críticas se desplazan hacia el TSJ. Sin embargo, y a pesar de lo antipático y arbitrario que pueda resultar que una decisión jurídica pese más que la decisión de los electores y de las dudas que pueda generar sobre el respeto oficial a los resultados, el tribunal no tutela la representatividad, no interviene la gobernación ni nombra un interino por tiempo indefinido, como podría haberlo hecho debido al poder concentrado con que cuenta el chavismo en las instituciones jurídico-legales y parlamentarias, sino que abre el escenario de un nuevo encuentro electoral en cuestión de poco más de un mes.
3. Reto y oportunidad para la oposición
Esta nueva elección significa un reto y una tremenda oportunidad para la oposición, que en medio de tanta diatriba interna y división ahora tendrá que escoger en pocos días un nuevo candidato, para lo cual tendrá que llegar a acuerdos unitarios y respaldar su opción.
La oposición tiene la oportunidad de derrotar al chavismo en su propia cuna.
Para ello, deberán además obviar el canto de sirenas de los radicales que ya dicen desde Europa que «hay que salir a las calles a protestar» (Leopoldo López Dixit).
Es una nueva coyuntura donde la oposición podrá demostrar que ha madurado, dejando atrás la malcriadez característica, y hacer de esta cita una especie de referéndum simbólico donde tienen el chance de derrotar al chavismo en su propia cuna, en su propio territorio.
Así, se le ha presentado la oportunidad de revertir los magros resultados del 21N y revivir su menguado entusiasmo.
4. El chavismo, hacia una nueva estrategia
Por su parte, el chavismo tendrá que establecer una estrategia para buscar nuevos votos y recuperarse de la hemorragia electoral que sufrió en los comicios pasados. En términos simbólicos, quien más pone carne en el asador con esta nueva cita es el chavismo. Hace apenas dos semanas, nadie se imaginaría que el estado «cuna» del chavismo estaría en riesgo de perderse.
Es interesante observar que el bajón del oficialismo en sus territorios no se dio solo en Barinas, sino también en otros muchos estados, especialmente los llaneros, que han sido los más chavistas del país.
Sin embargo, el chavismo sí logró ganar las capitales de los estados, que son la zona de confort de la oposición, solo que fueron también los espacios con los niveles de abstención más alta.
Por todo ello, si la oposición llama a votar y va unida, y logra bajar la abstención, aumenta sus posibilidades de triunfo. De ganar Barinas, la oposición entraría de forma definitiva en el espectro democrático y se pondría a trabajar en serio en las presidenciales de 2024.
5. Reconvencer a los históricos votantes
Pero el chavismo puede desandar el ‘rebranding’ que hizo durante la campaña. Para estos comicios, el oficialismo intentó ganar nuevos seguidores, sustituyendo el rojo por una amplia paleta de colores, desplazando la imagen de Hugo Chávez como figura central de su discurso y renovando a muchas de las figuras regionales.
6. ¿Hacia una oposición más madura?
Un triunfo de la oposición en Barinas podría hacer que nuevamente sus sectores radicales se envalentonen y suban la presión de manera intempestiva, tratando de provocar un referendo revocatorio, que constitucionalmente puede ejercerse a partir de 2022.
Sin embargo, sin fuerza institucional ni capacidad de movilización, es muy probable que sea rechazado por las instancias estatales. Un suceso similar al que ocurrió en 2016 y que terminó llevando a la oposición a la salida radical de Juan Guaidó en 2019. Con lo cual, se iniciaría un ritornello que siempre deja muy mal parado al mundo opositor, una vez que deciden patear la mesa.
El 9 de enero, en Barinas, podremos medir los niveles de maduración de la oposición para no repetir los mismos errores, y también el margen de maniobra con que cuenta el chavismo en relación a la fidelidad de quienes habiendo sido o siendo chavistas, no le hayan querido dar el voto a Argenis Chávez. ¿Es ya una decisión tomada su desafiliación del chavismo o serían capaz de volver a él, por medio de otros formatos o candidatos?
Eso lo veremos los primeros días de 2022.